Era 7 de Diciembre y el "Tercio de Zamora" a las ordenes del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla trataba de defender, a cara de perro, la plaza de Bommel. Bommel era una pequeña ciudad situada en una isla formada entre dos ríos, en plena tierra de herejes. Son obligados a retroceder hasta verse atrapados en una pequeña porción de tierra completamente rodeada de agua. La situación era desesperada, estaban completamente rodeados por la flota Holandesa, apenas tenían víveres, habían sufrido numerosas bajas y los que quedaban en pie estaban mojados y helados hasta el tuétano.
El Almirante Holak, jefe de la flota Holandesa, en vista de la precaria situación de su enemigo, decide proponerles una rendición honrosa. Aunque el orgullo, ni alimenta ni da calor, los españoles siempre hemos estado sobrados de él, por lo que la respuesta fue clara y contundente:
" Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos "
El almirante Holandes, supongo que "pelín cabreado" por la respuesta, decide abrir algunos diques para que subiera el nivel del agua durante la noche y acometer el ataque final por la mañana.
Los españoles se aprestan a la defensa del sitio, cada vez más menguado por el caudal del río, y comienzan a cavar trincheras donde esperan que sus huesos acaben después de haber enviado al infierno a unos cuantos de aquellos herejes.
En ese momento, uno de los soldados del tercio, mientras cavaba, halló un extraño objeto. Se trataba de una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Todos quedaron muy sorprendidos con el hallazgo y colocando la imagen en un improvisado altar, rezaron a su alrededor pidiéndole a la virgen que les echara una "manita" pues, lo cierto, es que andaban muy necesitados.
En el amanecer del 8 de Diciembre, una inusual tempestad acompañada de un viento muy frío hizo que las aguas del río Mossa se helaran completamente. Los soldados españoles no lo dudaron un instante y aprovechando que los holandeses aún dormían, llegaron hasta sus barcos caminando por el río helado. Ni que decir tiene, que los confiados sitiadores, no se dieron cuenta de la situación hasta que no tuvieron un filo de espada bajo el gaznate. El tercio de Zamora destruyó 10 navíos y logró hacer gran cantidad de prisioneros.
Maestre de Campo Francisco de Bobadilla .
Fue el almirante Holak quién dijo después de la estrepitosa derrota :
" Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro"
Desde aquella fecha, la Inmaculada Concepción es patrona de los tercios españoles y posteriormente de la infanteria y también es la razón por la que el 8 de Diciembre es el día de la Inmaculada Concepción

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