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lunes, 15 de diciembre de 2008

EL MISTERIOSO MANUSCRITO VOYNICH



El manuscrito Voynich es un misterioso libro ilustrado de contenidos desconocidos, escrito hace alrededor de
500 años por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible, el denominado
voynichés.
A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos
criptógrafos profesionales y amateurs, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en
descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra. Esta seguidilla de
fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica; pero ha alimentado
también la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin
sentido alguno.
El libro fue nombrado por el especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912.
Actualmente es el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

Descripción
El libro posee alrededor de 240 páginas de pergamino, con vacíos en la numeración de las mismas (la cual
es aparentemente posterior al texto, quizá del siglo XVI), lo que sugiere que varias páginas se encontraban
ya extraviadas al momento de su compra por Voynich. Para evitar extravíos posteriores el padre Petersen lo
fotocopió en 1931, repartiendo dichas copias entre varios investigadores interesados en su estudio e intento
de traducción. Se utilizó una pluma para escribir el texto y delinear las figuras, y pintura de colores (algo
escabrosamente) para las figuras; según se puede apreciar, el texto es posterior a las figuras, ya que en
numerosas ocasiones el texto aparece tocando el borde de las imágenes, algo que no ocurriría si éstas
hubiesen sido añadidas a posteriori.
Ilustraciones
Las ilustraciones del manuscrito no aclaran los contenidos del texto pero denotan que el libro consta de seis
"secciones", con diferente materia y estilo. Exceptuando la última sección, que contiene únicamente texto,
casi la totalidad de las páginas contienen al menos una ilustración. Las secciones y sus nombres
convencionales son:
Herbario: cada página muestra una planta (en ocasiones dos) y algunos párrafos de texto, un formato típico
de herbarios europeos de la época. Algunas partes de estas ilustraciones son copias en mayor escala y
detalle de bocetos vistos en la sección farmacéutica (debajo).
Astronómica: Contiene diagramas circulares, algunos de ellos con soles, lunas y estrellas, lo que sugiere que
trata de astronomía o astrología. Una serie de 12 diagramas muestra símbolos convencionales para
constelaciones zodiacales (dos peces para Piscis, un toro para Tauro, un soldado con un arco para
Sagitario, etc.). Cada símbolo es rodeado por exactamente 30 figuras de mujeres en miniatura, la mayoría
de ellas desnudas, cada una sosteniendo una estrella. Las dos últimas páginas de esta sección (Acuario y
Capricornio) fueron extraviadas, mientras que Aries y Tauro están separados en cuatro diagramas con 15
estrellas cada uno. Algunos de estos diagramas se encuentran en páginas desplegables.
Biológica: Un texto denso y continuo con figuras de pequeñas mujeres desnudas tomando baños en
balnearios públicos o tinas interconectadas por una elaborada red de tuberías, algunas de ellas claramente
en forma de órganos del cuerpo. Algunas de las mujeres llevan coronas.
Cosmológica: Más diagramas circulares, pero de naturaleza desconocida. Esta sección también posee
páginas desplegables, una de ellas de seis páginas de largo, que contiene una especie de mapa o diagrama
con seis "islas" conectadas por calzadas, castillos y posiblemente un volcán.
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Farmacéutica: Varios dibujos con leyendas de partes de plantas aisladas (raíces, hojas, etc.); objetos
similares a jarras farmacéuticas (albarelos) a lo largo de los márgenes y algunos párrafos de texto.
Recetas: Muchos párrafos cortos, cada uno marcado con una "viñeta" en forma de flor (o estrella) que hacen
pensar en una serie de órdenes, pasos o instrucciones para elaborar algo (presumiblemente un producto
químico o alquímico).
Texto
El texto (llamado voynichés) fue claramente escrito de izquierda a derecha, con un desprolijo margen
derecho. Las secciones más largas se encuentran partidas en párrafos, a menudo con "viñetas" en el
margen izquierdo. No hay evidencia de signos de puntuación. El texto es fluido, como si el escriba
entendiera lo que estaba escribiendo mientras lo hacía; el manuscrito no da la impresión de que cada
carácter haya tenido que ser calculado antes de ser escrito en la página.
El texto consiste de más de 170.000 glifos, normalmente separados unos de otros por pequeños espacios.
La mayoría de los glifos están escritos con uno o dos trazos simples. Considerando que existen disputas
sobre si ciertos glifos son distintos o no, se calcula que el alfabeto entero consta de entre 20 y 30 glifos
totales para casi todo el texto, con raras excepciones de algunas docenas de caracteres "extraños",
encontrados una o dos veces en todo el texto.
Los espacios más anchos dividen el texto en alrededor de 35.000 "palabras" de longitud variada. Estas
parecen seguir una cierta fonética o reglas ortográficas de cierto tipo; por ejemplo, algunos caracteres deben
aparecer en cada palabra (como las vocales en el castellano), algunos caracteres nunca siguen a otros,
algunos pueden ser dobles pero otros no.
El análisis estadístico del texto reveló patrones similares a los de lenguajes naturales. Por ejemplo, la
frecuencia de palabras sigue la Ley de Zipf y la entropía (alrededor de 10 bits por palabra) es similar a
aquella de textos en latín. Algunas palabras ocurren exclusivamente en ciertas secciones, o sólo en algunas
páginas; otras son vistas en todo el manuscrito. Existen muy pocas repeticiones entre las miles de
"leyendas" adjuntas a las ilustraciones. En la sección herbario, la primera palabra de cada página es vista
solamente en esa página, pudiendo representar el nombre de la planta.
Por otro lado, el "idioma" del manuscrito Voynich, el voynichés, es distinto de los idiomas europeos en varios
aspectos. En particular no existen palabras con más de 10 "letras". Además, la distribución de letras dentro
de una palabra es algo peculiar: algunos caracteres aparecen solamente al principio de una palabra, otros
solamente al final y algunos siempre en el medio.
El texto parece ser más repetitivo que los típicos idiomas europeos; existen secuencias en las cuales la
misma palabra común aparece hasta tres veces consecutivas.
Historia
Resumen
Se atribuye a los primeros propietarios reales del manuscrito la creencia de su autoría por parte de Roger
Bacon (1214-1294). El manuscrito presenta notables parecidos con una obra del autor inglés Anthony
Ascham, "A Little Herbal" (Un pequeño herbario), publicada en 1550.
Los primeros propietarios teóricos del manuscrito habrían sido Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) y Jacobus
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Horcicky de Tepenecz (que lo poseería entre 1612 y 1622), quien a su vez se lo pasaría a Georgius
Barschius (quien en teoría lo tendría entre 1622-1665). Este último es una persona de la que no se tienen
notícias más que por unas cartas posiblemente escritas en realidad por Johannes Marcus Marci (poseedor
del libro en 1665), dirigidas a Athanasius Kircher. Quizá emulando al orientalista Andreas Mueller, que había
conseguido estafar a Kircher con un texto fraudulento, y con la colaboración de Raphael Missowsky, habría
escrito el manuscrito y creado toda la representación anterior.
Permanecería en manos de Athanasius Kircher desde 1665 hasta 1680, sin que pudiera descifrarlo, pasando
a las bibliotecas del Collegio Romano (actualmente la Pontífice Universidad Gregoriana) hasta 1912,
momento en el que lo compraría Wilfrid M. Voynich (entre 1912 y 1930) para pasar posteriormente a su
viuda, Ethel Boole Voynich (entre 1930 y 1961), a Hans Peter Kraus (entre 1961 y 1969), y de él pasaría a la
Universidad de Yale.
Extendida
Dado que actualmente el alfabeto del manuscrito Voynich no se asemeja a ningún tipo de escritura conocida,
siendo que el texto continúa sin ser descifrado; la única evidencia práctica de la edad y origen del libro son
sus ilustraciones. En especial los atuendos y peinados de las figuras humanas y algunos castillos vistos en
los diagramas. Todo es característicamente europeo y basado en esta evidencia, la mayoría de los expertos
asignan el libro a la edad comprendida entre 1450 y 1520. Esta estimación es apoyada por otras pistas
secundarias.
El primer dueño confirmado del manuscrito fue un cierto Georgius Barschius, un oscuro alquimista que vivió
en Praga a comienzos del siglo XVII. Aparentemente Barschius se encontraba tan confundido con respecto
al libro como nos encontramos en la actualidad. Tras enterarse de que Athanasius Kircher, un erudito jesuita
del Collegio Romano, había publicado un diccionario de copto (etiopiano) y "descifrado" los jeroglíficos
egipcios, envió una muestra del manuscrito Voynich a Kircher en dos ocasiones, pidiéndole pistas. Su carta
a Kircher en 1639, recientemente hallada por René Zandbergen, es la mención más reciente del manuscrito
que ha sido hallada hasta la fecha.
Se desconoce si Kircher respondió al pedido, pero aparentemente se encontraba lo suficientemente
interesado como para intentar adquirir el libro, pero Barschius rehusó venderlo. Tras la muerte de Barschius
el manuscrito pasó a manos de su amigo Johannes Marcus Marci, en aquel entonces rector de la
Universidad Carolina de Praga, quien expéditamente envió el libro a Kircher, su amigo corresponsal. La carta
de Marci (1665) se encuentra aún adjunta al manuscrito. En esta carta le ofrece el manuscrito para su
descifrado y menciona que fue adquirido por el emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) por 600
ducados de oro. La carta luego menciona que en la corte de Rodolfo II se creía que el autor del manuscrito
era Roger Bacon (el fraile franciscano que vivió entre 1214 y 1294).
No se encuentran registros del libro en los siguientes 200 años, aunque muy probablemente fuera
conservado, junto con la correspondencia de Kircher, en la librería del Collegio Romano (actualmente la
Universidad Pontificia Gregoriana). Allí permaneció probablemente hasta que las tropas de Víctor Manuel II
de Italia capturaron la ciudad en 1870 y se anexionaron los Estados Pontificios. El nuevo gobierno italiano
decidió confiscar muchas de las propiedades de la iglesia, incluyendo la biblioteca del Collegio. De acuerdo
con las investigaciones de Xavier Ceccaldi y otros, justo después de este acontecimiento muchos de los
libros de la biblioteca de la universidad fueron transferidos precipitadamente a las bibliotecas personales de
su facultad, donde fueron exentos de la confiscación. La correspondencia de Kircher, incluyendo el
manuscrito, se encontraba entre estos libros.
Parece ser que alrededor del año 1912 el Collegio Romano se encontraba en una situación económica
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precaria y decidió vender, discretamente, algunas de sus propiedades. Así fue cómo Wilfrid Voynich adquirió
30 manuscritos, entre ellos el que nos ocupa. En 1961, tras fallecer Voynich, su viuda vendió el libro a otro
marchante de libros antiguos, llamado H. P. Kraus. No pudiendo encontrar un comprador, Kraus donó el
manuscrito a la Universidad de Yale en 1969.
Teorías acerca de la autoría
Se han propuesto muchos posibles autores del manuscrito Voynich. A continuación se citan sólo los más
populares.
Roger Bacon
La carta, adjunta al manuscrito, de Marci a Kircher (1665), dice que, según su último amigo Raphael
Mnishovsky, el Emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) había comprado el libro por 600 ducados
(unos miles de dólares en moneda contemporánea). Según la carta, Rodolfo (o tal vez Raphael) creían que
el autor era el fraile y polígrafo franciscano Roger Bacon (1214-1294).
A pesar de que Marci dijo que "no opinaba" acerca de la anterior afirmación, Voynich la tomó bastante en
serio e hizo todo lo posible por confirmarla. Su convicción influyó poderosamente en la mayoría de los
intentos de desciframiento durante los 80 años siguientes. Sin embargo, los estudiosos que han visto el
manuscrito y están familiarizados con la obra de Bacon han negado rotundamente tal posibilidad. También
hay que advertir que Raphael murió en 1644, y la compra debió ocurrir antes de la abdicación de Rodolfo, en
1611 —al menos 55 años antes de la carta de Marci—.
John Dee
La hipótesis de la autoría de Roger Bacon condujo a Voynich a concluir que la única persona que pudo
vender el manuscrito a Rodolfo fue John Dee, un matemático y astrólogo de la Corte de Isabel I de
Inglaterra, y conocido por ser propietario de una gran colección de manuscritos de Bacon. Dee y su scrier
(ayudante "medium") Edward Kelley vivieron varios años en Bohemia, donde habían esperado ofrecer sus
servicios al Emperador. Sin embargo, los minuciosos diarios de Dee no mencionan esta venta, lo que la
hace bastante improbable. De todas formas, si el autor no fuera Bacon, la relación de Dee con el manuscrito
simplemente desaparece. Por otra parte, el propio Dee lo podría haber escrito, y luego propagó el rumor de
que era una obra original de Bacon, con la esperanza de venderlo posteriormente.
Edward Kelley
El compañero de Dee en Praga, Edward Kelly, o Kelley, era un extravagante alquimista que presumía de
poder transformar el cobre en oro gracias a un polvo secreto que había extraído de la tumba de un obispo en
Gales. Como scrier de Dee, también afirmaba ser capaz de invocar a los ángeles con una bola de cristal, y
mantener largas conversaciones con ellos, que Dee anotaba escrupulosamente. Al lenguaje de los ángeles
lo llamaba "enoquiano", derivado de Enoc, el padre de Matusalén; según el relato bíblico Enoc fue llevado a
visitar el Cielo en un carro tirado por ángeles, y luego escribió un libro acerca de lo que allí vio. Algunos han
sugerido que, igual que Kelley inventó el "enoquiano" para engañar a Dee, podría haber creado el
manuscrito Voynich para estafar al Emperador (quien además pagaba a Kelley por sus presuntos
conocimientos alquímicos). Sin embargo, si Roger Bacon no es el autor del manuscrito, la relación de Kelley
con el mismo es tan improbable como la de Dee.
Wilfrid Voynich
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Se sospechó en muchas ocasiones que el propio Voynich elaboró el manuscrito. Como anticuario de libros,
seguramente tenía los conocimientos y medios necesarios, y un "libro perdido" de Roger Bacon habría valido
una fortuna. Sin embargo, el reciente descubrimiento de la carta de Baresh a Kircher, ha eliminado
completamente esta posibilidad, salvo que Voynich hubiese "quitado" la carta del libro original que la
contenía y hubiese falsificado un libro nuevo basándose en el contenido de dicha carta.
Jacobus Sinapius
Una reproducción fotostática de la primera página del manuscrito Voynich, hecha por Voynich en algún
momento anterior a 1921, mostraba el rastro débil de unas palabras que habían sido borradas. Con la ayuda
de algunos productos químicos, se pudo leer que el texto decía "Jacobj `a Tepenece": es decir, Jakub
Horcicky de Tepenec, en latín Jacobus Sinapius, un especialista en hierbas medicinales, médico personal de
Rodolfo II y encargado de sus jardines botánicos. Voynich, y muchos otros después, dedujeron de esta
"firma" que Jacobus poseía el manuscrito Voynich antes que Baresh, y vio en ello una confirmación de la
historia de Raphael. Otros han sugerido que el propio Jacobus pudo ser el autor.
Sin embargo, la caligrafía de las palabras difuminadas no coincide con las firma de Jacobus, que ha sido
hallada en un documento recientemente localizado por Jan Hurich. Por ello es posible que la escritura de la
primera página fuera añadida posteriormente por un dueño o librero, y sería sólo la hipótesis de esta
persona acerca del autor del manuscrito. En los libros de historia de los jesuitas de los que disponía Kircher,
Jacobus era el único alquimista o médico de la corte de Rodolfo que merece una entrada de una página
completa mientras que, por ejemplo, apenas si mencionan a Tycho Brahe. Además los productos químicos
aplicados por Voynich han deteriorado tanto el pergamino que actualmente apenas si se puede ver rastro de
la escritura, así que también existe la sospecha de que la firma fuera falsificada por Voynich para contribuir
al fortalecimiento de la hipótesis de la autoría de Roger Bacon.
Johannes Marcus Marci
Johannes Marcus Marci conoció a Kircher cuando encabezaba una delegación de la Universidad Carlos de
Praga a Roma en 1638, y en los 27 años siguientes, los dos eruditos intercambiaron cartas sobre una gran
variedad de disciplinas científicas. La misión de Marci formaba parte de la lucha continua de la facción
secularista de la Universidad para mantener su independencia respecto a los jesuitas, quienes dirigían el
Colegio Clementinum de Praga, rival de la Universidad. A pesar de esos esfuerzos, las dos universidades se
fusionaron en 1654 bajo control de los jesuitas. Por tanto, se ha especulado que la animosidad política
contra los jesuitas llevó a Marci a "fabricar" la carta de Baresch, y más tarde el manuscrito Voynich, en un
intento de desacreditar a su "estrella" Kircher.
La personalidad y conocimientos de Marci parecen adecuados para llevar a cabo esta tarea, y Kircher, un
"Doctor Sabelotodo", era una presa fácil, pues se le recuerda más por sus errores espectaculares que por
logros genuinos. Incluso la carta de Baresch guarda cierto parecido con un fraude que el orientalista Andreas
Mueller hizo al propio Kircher: Mueller elaboró un manuscrito ininteligible y se lo envió a Kircher, con una
nota adjunta que explicaba que procedía de Egipto. Pidió a Kircher una traducción, y se sabe que Kircher
hizo una inmediatamente.
Merece la pena señalar que las únicas pruebas de la existencia de Georg Baresch son tres cartas enviadas
a Kircher: una remitida por Baresch (1639) y dos por Marci (como un año después). También es curioso que
la correspondencia entre Marci y Kircher acaba en 1665, precisamente con la carta adjunta al manuscrito
Voynich. Sin embargo, el resentimineto secreto de Marci contra los jesuitas es pura conjetura: era un católico
devoto, él mismo había estudiado para hacerse jesuita, y poco después de su muerte en 1667 le fue
concedida la pertenencia honorífica a la Orden.
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Raphael Missowsky
Raphael Missowsky, amigo de Marci al que se atribuye la historia de Bacon, era criptógrafo entre otras
muchas cosas, y parece que inventó un cifrado presuntamente indescifrable. Esto ha llevado a la hipótesis
de que elaboró el manuscrito Voynich como una demostración práctica de dicho cifrado, y convirtió al pobre
Baresh en un involuntario conejillo de Indias. La hipótesis sigue con que después de que Kircher publicó su
libro sobre el copto, Raphael pensó que engañar a éste sería un trofeo mucho más jugoso que engañar a
Baresch, y convenció al alquimista para que pidiera ayuda al jesuita. Habría inventado la historia de Roger
Bacon para motivar más a Barech. La abstención de opinión de la carta adjunta al manuscrito Voynich pudo
significar que Marci sospechaba que era una mentira. Sin embargo, no hay pruebas definitivas de esta
teoría.
Anthony Ascham
El doctor Leonell Strong, investigador del cáncer y criptógrafo aficionado, intentó descifrar el manuscrito
Voynich. Strong dijo que la solución era "un peculiar sistema doble de progresiones aritméticas de un
alfabeto múltiple". Strong defendía que el texto revelaba que el autor del manuscrito Voynich era el autor
inglés del siglo XVI Anthony Ascham, cuya obra incluía A Little Herbal ("Un pequeño herbario"), publicado en
1550. Aunque el manuscrito Voynich contiene secciones parecidas al herbario, el principal argumento contra
esta hipótesis es que se desconoce dónde habría obtenido este autor los conocimientos literarios y
criptográficos necesarios.
Teorías acerca de su autoría y propósito
La impresión general que proporcionan las páginas sobrevivientes del manuscrito sugieren que su propósito
era servir como una farmacopea o desarrollar temas comunes en la medicina medieval o renacentista. Sin
embargo, los detalles intrigantes de las ilustraciones han alimentado muchas teorías acerca del origen del
libro, su contenido, y los fines para los que fue concebido.
Herbario
La primera sección del libro es casi seguro un herbario, pero han fracasado completamente todos los
intentos para identificar las plantas, ya sea con especies existentes o con los dibujos estilizados de los
herbarios contemporáneos. Sólo se pueden identificar con alguna certidumbre un par de plantas, entre las
que se incluyen el pensamiento salvaje y el helecho "culantrillo" o "cabello de Venus". Los dibujos del
herbario que se asemejan a los bocetos "farmacológicos" parecen ser "copias en limpio" de éstos, salvo que
se completaron las partes faltantes con detalles inverosímiles. De hecho, muchas de las plantas parecen ser
compuestas (jocosamente se les ha llamado "frankenplantas"): se juntan las raíces de una especie con las
hojas de otra y las flores de una tercera; en ocasiones las raíces han sido adornadas con "ojos", zarpas o
incluso garras: se desconoce qué significan estos adornos (salvo que fuesen claves o pistas visuales de
algún tipo).
Girasoles
Brumbaugh cree que una ilustración representa un girasol del Nuevo Mundo, lo que ayudaría a fechar el
manuscrito y abriría posibilidades intrigantes acerca de su origen. Sin embargo, la semejanza es escasa,
sobre todo si la comparamos con la especie salvaje original; y puesto que se desconoce la escala del dibujo,
la planta podría representar un ejemplar de una amplia familia botánica, compuesta por muchas especies
(margarita, camomila,...) y extendida por todo el mundo.
Alquimia
Los recipientes y tubos de la sección "biológica" podría indicar una relación con la alquimia, lo que sería
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relevante si el libro contuviera instrucciones para la preparación de compuestos médicos. Sin embargo los
libros alquímicos del periodo comparten un lenguaje visual común, en el que se representan los procesos e
ingredientes por medio de imágenes específicas (el águila, el sapo, un hombre en una tumba, una pareja en
la cama, el sol, etc.) o símbolos textuales convencionales (un círculo con una cruz, etc...); no se identifica
ninguno de ellos en el manuscrito.
Muy recientemente (2005) Francisco Violat, miembro de la Lista Voynich, ha sugerido que el manuscrito no
sería más que un diario de laboratorio escrito por el alquimista checo Simón Bakalar, en cuya casa pasaron
Dee y Kelley algunos meses en el año 1586 (precisamente la época en la que aparece en la corte de
Rodolfo II). Este diario de laboratorio, escrito por los distintos aprendices (de ahí las cinco o seis caligrafías
distintas), podría servir como manual en el cual escribir, registrar y anotar las distintas experiencias
elaboradas en la búsqueda de la piedra filosofal; la clave para traducirlo estaría es las paredes del citado
laboratorio, visitado por los alquimistas ingleses y descrito con bastante detalle en sus diarios.
La parte final del manuscrito (llamada recetario por el aspecto que presenta) podría contener y describir,
paso a paso, las distintas operaciones realizadas (calcinación, cocción, decantación, destilado, etc...) con el
material empleado en esta búsqueda de la piedra filosofal.
Herbario alquímico
Sergio Toresella, experto en herbarios antiguos, señaló que el manuscrito Voynich podría ser un herbario
alquímico, que de hecho no tiene nada que ver con la alquimia. Se trata de un herbario ficticio con dibujos
inventados, con el que los curanderos cargaban para impresionar a sus clientes. Parece que existió una
pequeña industria doméstica de tales libros en alguna parte de Italia Septentrional, justo en esa época. Sin
embargo, esos libros eran muy diferentes del manuscrito Voynich en estilo y diseño, y siempre estaban
escrito en lenguaje normal.
Herbario astrológico
Las consideraciones astrológicas siempre tuvieron un papel importante en la recolección de hierbas
medicinales, sangrías y otros procedimientos médicos comunes en la época más probable de elaboración
del manuscrito (ver, por ejemplo, los libros de Nicholas Culpeper). Sin embargo, aparte de los obvios signos
zodiacales, y un diagrama que parece mostrar los planetas clásicos, nadie ha sido capaz de interpretar las
ilustraciones dentro de las tradiciones astrológicas conocidas (sean europeas o de otros lugares).
Microscopios y telescopios
Un dibujo circular en la sección "astronómica" (folio 68 vuelto, sección 3) representa un objeto de forma
irregular con ocho brazos curvados y estrellas amarillas y azules en su interior; algunos lo han interpretado
como el dibujo de una galaxia, que sólo se puede observar con un telescopio e incluso se ha insinuado que
el propio Roger Bacon pudo fabricar uno con un espejo cóncavo: sin embargo incluso con los mayores
telescopios actuales ninguna galaxia presenta ese aspecto salvo que se utilice la fotografía; la Galaxia de
Andrómeda aparece bastante de canto y no de frente como la que se aprecia en el manuscrito. El parecido
es muy discutible: en una inspección ocular el centro de la "galaxia" se asemeja más bien a un estanque de
agua mientras que los presuntos brazos son líneas espirales con texto, no con estrellas amarillas o azules.
Se han interpretado otros dibujos como células vistas a través del microscopio: ello implicaría un origen
moderno del manuscrito (siglo XVII), más que medieval.
Energia nuclear
Jacques Bergier, en su obra Les livres maudits (editorial J' ai Lu, París, 1971), traducida al español como Los
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libros condenados (Plaza & Janés, 1973), propone una interesante y casi horripilante hipótesis: el autor del
Manuscrito Voynich poseía conocimientos extraordinariamente avanzados y demasiado peligrosos para el
mundo moderno, por ejemplo el secreto de las estrellas novas, por lo cual los ocultó para evitar nuestra
propia autodestrucción.
No hay pruebas de tales conocimientos avanzadísimos en el manuscrito, salvo algunos diseños
"astronómicos" (por ejemplo estrellas que parecen "explotar" en los folios 68 recto y 69 vuelto, aunque
pueden representar cualquier otra cosa): de todos modos es altamente improbable que Voynich en 1912, por
no mencionar al dúo mágico-alquimista Dee-Kelley (hacia 1585) o incluso el propio Roger Bacon supiese
qué es la energía nuclear, cómo manipularla o liberarla de modo artificial...[1][2][3]
Autores múltiples
Prescott Currier, un criptógrafo de la Marina de los Estados Unidos, que trabajó con el manuscrito en los 70,
observó que se podían separar las páginas de la sección "herbario" en dos conjuntos, las manos A y B, con
propiedades estadísticas distintas y caligrafías diversas. Concluyó que el manuscrito Voynich era la obra de
dos o más autores con diferentes dialectos y convenciones ortográficas. Sin embargo, estudios recientes
han puesto en duda esta conclusión. Un experto en caligrafía que examinó el libro opinó que una sola mano
había redactado el manuscrito entero. Además, cuando se examinan todas las secciones, se ve una
transición más gradual, con el herbario A y el herbario B en los extremos opuestos. Así, las observaciones
de Prescott podrían ser tan sólo la consecuencia de que las secciones del herbario hubieran sido escritas en
dos épocas muy separadas en el tiempo; también cabe la posibilidad de que el manuscrito actual haya sido
cosido a partir de secciones que, originalmente, tenían otra disposición.
Teorías acerca de la lengua
Se han lanzado muchas hipótesis acerca de la naturaleza de la lengua del manuscrito Voynich. Sigue una
lista no exhaustiva:
Cifrado de letras
Según esta teoría, el manuscrito Voynich contiene texto con significado, en alguna lengua europea, que se
hizo oscuro a propósito convirtiendo las letras mediante algún sistema de cifrado: un algoritmo que operaba
sobre letras individuales.
Ha sido la hipótesis de trabajo en la mayoría de intentos de desciframiento durante el siglo XX, incluido un
equipo de criptógrafos de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de los EE.UU.) dirigido por William F.
Friedman, en los primeros años 50. Se descartaron los cifrados de sustitución simple, porque son muy
fáciles de descifrar. Por eso los esfuerzos se han dirigido en general hacia los cifrados polialfabéticos,
inventados por Alberti hacia 1460. Este tipo incluye el popular cifrado Vigenere, tal vez reforzado por el uso
de símbolos vacíos o equivalentes, reordenación de letras, rupturas falsas de palabra, etc. Algunos autores
suponen que se eliminaron las vocales antes del cifrado. Algunos han pretendido el éxito en el
desciframiento siguiendo estos supuestos, pero ninguno ha sido ampliamente aceptado, principalmente
porque los algoritmos de desciframiento propuestos dependen de tantas suposiciones por parte del lector
que se podría obtener un texto con significado de cualquier serie aleatoria de símbolos.
El principal argumento para esta teoría es que el uso de un alfabeto extraño por un autor europeo no es muy
explicable, salvo como un intento de ocultar información. Lo cierto es que Roger Bacon sabía de cifrados, y
la fecha estimada para el manuscrito apenas coincide con el nacimiento de la criptografía como disciplina
sistemática. Contra esta teoría está el argumento de que un cifrado polialfabético normalmente destruiría las
características estadísticas "naturales", que se observan en el manuscrito, tales como la Ley de Zipf.
Además, aunque los cifrados polialfabéticos fueron inventados hacia 1467, las variantes sólo se hicieron
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populares en el siglo XVI, un poco tarde para la fecha estimada del manuscrito.
Cifrado con libro de códigos
Según esta teoría, las "palabras" del manuscrito Voynich en realidad serían códigos para consultar en un
diccionario o libro de códigos. La prueba principal de este aserto sería que la estructura interna y la
distribución de longitud de esas palabras son similares a las de los números romanos - que en ese tiempo
hubiera sido un código natural para elegir-. Sin embargo, los cifrados basados en un libro de códigos sólo
son viables en textos cortos, pues son muy engorrosos para leer y escribir.
Cifrado visual
James Finn propuso en su libro Pandora's hope (La esperanza de Pandora, 2004) que el manuscrito Voynich
es en realidad hebreo codificado visualmente. Una vez se han trascrito correctamente la letras, usando como
guía el EVA(en inglés), se pueden leer muchas de las palabras del manuscrito en hebreo, y se repiten con
diversas deformaciones para confundir al lector. Por ejemplo, la palabra AIN del manuscrito significa “ojo” en
hebreo, y también aparece con formas distorsionadas como “AIIN” o “AIIIN” para hacerlas parecer como
palabras diferentes cuando en realidad son la misma. También se utilizan otros métodos de criptografía
visual. Esto explicaría el fracaso que los demás investigadores han tenido al descifrar el manuscrito, porque
se basan más en una metodología matemática. El principal argumento en contra es que tal codificación
cualitativa constituye un obstáculo formidable para el talento del descifrador individual, dada la multiplicidad
de posibles interpretaciones visuales alternativas del mismo texto. Sería difícil separar cuánta interpretación
es del texto genuino, y cuánta refleja simplemente la subjetividad del intérprete.
Esteganografía
Esta teoría mantiene que el texto del manuscrito Voynich carece en su mayor parte de significado, pero
contiene la información oculta en detalles discretos: por ejemplo, la segunda letra de cada palabra, o el
número de letras en cada línea. Esta técnica, llamada esteganografía (en griego, “escritura encubierta”) es
muy antigua, y la describió, por ejemplo, Johannes Tritemius en 1499. Se ha sugerido que el texto traducido
ha de ser obtenido mediante una rejilla de Cardano de algún tipo. Esta teoría es difícil de probar o rechazar,
puesto que los textos estenográficos pueden ser arbitrariamente difíciles de transcribir. Un argumento en
contra es que usar un texto que aparenta estar cifrado va en contra del principal objetivo de la
esteganografía, que es ocultar la propia ‘’existencia’’ del mensaje secreto.
Algunos han sugerido que el texto con significado podría estar codificado en la longitud o forma de ciertos
rasgos de la escritura. Hay ejemplos de esteganografía de aproximadamente esa época, que usan el tipo de
letra (por ejemplo regular frente a cursiva) para ocultar información. Sin embargo, cuando se examina con un
gran aumento, los rasgos de escritura del manuscrito Voynich tienen un aspecto natural y aparecen
afectados principalmente por la superficie rugosa del pergamino.
Lenguaje natural exótico
El lingüista Jaques Guy ha sugerido que el texto del manuscrito Voynich podría estar expresado en una
lengua natural exótica, aunque escrito con un alfabeto inventado. Ciertamente, la estructura de palabras es
similar a la de muchas familias lingüísticas de Asia Oriental y Central, principalmente la sino-tibetana (chino,
tibetano y birmano), la austroasiática (vietnamita, jemer,...) y tal vez la tai (tailandés, lao,... ). En muchas de
estas lenguas, las "palabras" (es decir, las unidades lingüísticas más pequeñas con un significado definido)
constan de una sola sílaba; y esas sílabas tienen una estructura bastante rica, incluidos patrones tonales.
Esta teoría goza de cierta plausibilidad histórica. Aunque esas lenguas disponen en general de sistemas de
escritura propios, estos suelen ser notablemente difíciles para los visitantes occidentales, lo que motivó la
invención de varios alfabetos fonéticos, habitualmente usando letras latinas, pero a veces se emplearon
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letras inventadas. Aunque los ejemplos conocidos son muy posteriores al manuscrito Voynich, la historia
registra cientos de exploradores y misioneros que lo podrían haber hecho (incluso antes del famoso viaje de
Marco Polo en el siglo XIII, pero especialmente después de que Vasco de Gama descubrió la vía marítima a
Extremo Oriente en 1499). El autor del manuscrito Voynich podría ser también un nativo del Lejano Oriente,
que vívía en Europa o bien se educó en una misión europea.
El principal argumento a favor de esta teoría es que es consistente con todas las propiedades estadísticas
del texto del manuscrito Voynich que han sido comprobadas a la fecha, incluyendo las palabras dobladas y
triplicadas que aparecen en los textos escritos en chino y vietnamita con la misma frecuencia aproximada
que en el manuscrito. También explica la aparente falta de números y de características sintácticas
occidentales (tales como artículos y cópulas), y la inescrutabilidad general de las ilustraciones. Otra posible
pista la constituye dos grandes símbolos rojos en la primera página, que han sido comparados con el título
de un libro de estilo chino, dado la vuelta y malamente reproducido. Además, la aparente división del año en
360 grados (en lugar de 365 días), en grupos de 15 y comenzando en Piscis, son rasgos propios del
calendario agrícola chino (jie q'i). El principal argumento en contra de esta teoría es que nadie (incluidos los
eruditos de la Academia de Ciencias de Pekín) ha podido encontrar ningún ejemplo claro de simbolismo
oriental o de ciencia asiática en las ilustraciones.
A finales de 2003, el polaco Zbigniew Banasik propuso que el manuscrito es texto redactado en idioma
manchú, y dio una traducción incompleta de la primera página del manuscrito.
Lengua políglota
En el libro Solution of the Voynich Manuscript: A liturgical Manual for the Endura Rite of the Cathari Heresy,
the Cult of Isis ("La solución al manuscrito Voynich: un manual litúrgico del rito de Endura en la herejía
cátara, el culto a Isis", 1987), Leo Levitov afirmó que el manuscrito era una transcripción sencilla de una
"lengua oral políglota", que definió como "una lengua literaria comprensible para aquéllos que no entendieran
el latín, a quienes se les podría leer en esta lengua". Propuso un desciframiento parcial en una mezcla de
lengua flamenca medieval con muchos préstamos lingüísticos de francés antiguo y antiguo alto alemán.
Según Levitov, el rito de Endura no era sino un ritual de suicidio asistido, asociado con la fe cátara (aunque
la historicidad de este ritual está puesta en duda). Explica que las plantas quiméricas no están destinadas a
representar ninguna especie botánica, sino que son símbolos secretos de la fe. Las mujeres en las tinas
junto a la red de tuberías representan el propio suicidio ritual, que incluiría la venesección: cortarse las venas
para que la sangre se derramase en un bañera con agua caliente. Las constelaciones sin análogo celestial
representan las estrellas del manto de Isis.
Se cuestiona esta hipótesis en varios frentes. Uno es que se sabe muy bien que la fe cátara era un
gnosticismo cristiano, y no se asociaba de ninguna forma con Isis. Otro es que esta teoría sitúa el origen del
libro en los siglos XII o XIII, con lo que sería considerablemente más antiguo que lo que incluso los
partidarios de la teoría de Roger Bacon defienden. Levitov no ofreció ninguna defensa frente a este
argumento, más allá de su traducción.
Lengua artificial
La peculiar estructura interna de la “palabras” del manuscrito Voynich ha llevado a William F. Friedman y
John Tiltman a postular por separado que el texto podría ser simplemente una lengua artificial, y más
específicamente, una lengua filosófica. Las lenguas de este tipo tienen un vocabulario organizado según un
sistema de categorías, por lo que se puede deducir el significado general de una palabra por la secuencia de
las letras que la componen. Por ejemplo, en la lengua artificial moderna Ro, ‘’bojo’’ es la categoría de los
colores, y cualquier palabra que comience con esas letras sería el nombre de un color: así ‘’rojo’’ es ‘’bofoc’’,
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y ‘’amarillo’’ es ‘’bofof’’ (es, pues, una versión extrema de la Clasificación Decimal Universal que se usa en
las bibliotecas).
Este concepto es bastante antiguo, como lo prueba el libro ‘’Philosophical Language’’ (“Lengua Filosófica”)
de John Wilkins. En los ejemplos más conocidos, las categorías se subdividen añadiendo sufijos; como
resultado, un texto sobre una materia concreta tendría muchas palabras con prefijos similares. Por ejemplo,
todos los nombres de plantas empezarían con letras similares, y sería análogo con todas las enfermedades,
etc. Esta característica podría entonces explicar la naturaleza repetitiva del texto Voynich.
Sin embargo, nadie ha podido asignar un significado plausible a cualquier prefijo o sufijo del manuscrito,
además de que todos los ejemplos conocidos de lenguas filosóficas son bastante tardíos (siglo XVII).
Engaño
Las extrañas características del texto del manuscrito (tales como las palabras duplicadas o triplicadas) y el
contenido sospechoso de sus ilustraciones (tales como las plantas quiméricas) han llevado a muchos a
pensar que el manuscrito es en realidad un engaño.
En 2003 el especialista en computación doctor Gordon Rugg mostró que se podía reproducir texto con
características similares a las del que contiene el manuscrito, mediante el uso de una tabla con prefijos,
raíces y sufijos, que habrían sido seleccionados y combinados por medio de una plantilla de papel perforado.
Este mecanismo, conocido como rejilla de Cardano, se inventó hacia 1550 como herramienta criptográfica.
Sin embargo los pseudo textos generados en los experimentos de Gordon Rugg no tienen las mismas
palabras y frecuencias que el manuscrito Voynich, y su parecido al ‘’Voynichés’ es sólo visual, no
cuantitativo. Puesto que también se puede producir un galimatías aleatorio que se parezca al español (o a
cualquier otra lengua) en una medida similar, estos experimentos no son convincentes ni demuestran nada.









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